Aunque existen situaciones en las que la realización del injerto óseo y la colocación del implante se puede realizar en la misma intervención, normalmente se necesita esperar un tiempo entre ambas cirugías. El tiempo depende de la cantidad de hueso que se necesita y del tipo de injerto. Por lo general, en unos 3-4 meses se podrá continuar con el tratamiento implantológico tras la colocación del injerto, aunque en algunos casos se debe esperar hasta seis meses para contar con un hueso en óptimas condiciones.