Los trastornos que afectan a las articulaciones temporomandibulares y a los músculos y estructuras que las rodean, se pueden dividir en 3 categorías principales:

• Dolor miofascial: implica molestias o dolor en los músculos que controlan la función de la mandíbula.
• Desarreglo interno de la articulación: se relaciona a un disco desplazado, a una dislocación de la mandíbula o a una lesión del cóndilo.
• La artritis: se refiere a un grupo de trastornos degenerativos o inflamatorios de las articulaciones que puede afectar a la articulación temporomandibular.

Por lo general, el abordaje terapéutico se centra en encontrar la causa del trastorno y en eliminar el dolor y la sintomatología asociada. En la mayoría de casos, nos basamos en terapias multidisciplinares enfocadas en técnicas de autocuidado, en el control de aquellos factores que agravan el cuadro y en tratamientos conservadores, dejando como último recurso el tratamiento quirúrgico.

• Aparición de dolor: Es común el dolor de cabeza en la zona delante de las sienes, delante del oído y en la mandíbula, que puede ir desde una ligera sensibilidad al tacto hasta una molestia extrema. También puede aparecer dolor irradiado a la boca, garganta, nuca, cuello y hombros. 
• Ruidos en las articulaciones como chasquidos y crujidos al abrir o cerrar la boca: Según el tipo de sonido, podemos intuir la patología que padece el paciente. 
• Limitaciones en los movimientos de la mandíbula: Puede haber disminución de la apertura de la boca y de los movimientos laterales de la mandíbula, que además pueden ser dolorosos. 
• También se pueden padecer cuadros de luxaciones mandibulares, en los que los pacientes se quedan con la boca abierta y no son capaces de cerrarla, y bloqueos de la articulación que impiden al paciente abrir la boca.
• Otros síntomas: pueden ser mareos o vértigos, o la sensación de oído tapado.

Una de las patologías relacionadas con la disfunción temporomandibular es el bruxismo. Éste es una alteración del sistema masticatorio, y se define como el acto involuntario de apretar y/o rechinar los dientes. Entre sus orígenes generalmente encontramos los cuadros de estrés y ansiedad, además de trastornos del sueño y/o por el consumo excesivo de alcohol o cafeína.

Es frecuente que el bruxismo se produzca durante el sueño o en momentos en los que la persona es totalmente inconsciente. Aunque algunos pacientes no experimenten sintomatología, otros padecen signos clínicos y síntomas que evidencian la patología. El apretamiento o rechinamiento dental puede causar lesiones dentales permanentes (desgaste de las piezas, fisuras y/o fracturas), retracción de encías, dolor molesto en la mandíbula, dolores de cabeza, dolor de espalda o dolor de oído. Incluso si es muy fuerte, puede interrumpir el sueño, no consiguiendo la función reparadora y de descanso del mismo.

Lo más habitual para abordar el bruxismo es el uso de una férula oclusal, conocida también como férula de descarga. Se trata de un dispositivo de resina transparente que se coloca en la boca encajado sobre los dientes de una arcada. Son totalmente personalizadas e intransferibles, ya que se hacen a medida de la dentadura del paciente. 

La férula no elimina el bruxismo en sí, pero evita o minimiza las consecuencias del mismo. Su función no es otra que reposicionar los cóndilos y relajar los músculos. Al mismo tiempo, también protege los dientes del desgaste producido por el apretamiento, así como de las posibles fisuras o fracturas que pueden sufrir debido a la fuerza ejercida sobre ellos.