Actualmente existen pocas probabilidades de que un implante sea rechazado. Los implantes dentales están fabricados con materiales biocompatibles que tienen la capacidad de integrarse perfectamente en el hueso, por lo que son poco propensos a experimentar rechazos, ocurriendo únicamente en un 2% de los casos. Sin embargo, un implante no deja de ser un dispositivo extraño a nuestro cuerpo, que en muy escasas ocasiones puede experimentar complicaciones debido a múltiples causas como una mala higiene, un proceso inflamatorio o infeccioso (periimplantitis), o hábitos desaconsejables como el tabaco. Esto no significa que el paciente no es apto para llevar implantes, sino que es necesario retirar el implante que no se ha integrado bien y realizar una nueva cirugía para la colocación de un nuevo implante.